Mujeres Exitosas

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Esto significa el amor que una mujer le tiene a sus animal : Estan en una finca y se demuestra que su dueña tiene a sus animales muy bien cuidados  y esto nos enseña que si queremos tener un animal en casa es para cuidarlo muy bien y no acerlo sufrir. Lmujer es una de las personas que mas cuida de ellos y hace sus estudios para cuidar de ellos.

Aqui estamos muchas de nosatros reunidas por que las mujeres siempre estaran unidas ya sea para mal o para bien pero nunca vn a estar desunidas  y creo que esto es un ejemplo de vida que debemos seguir . 
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Tres amigas compartiendosu amistad ellas siempre han estado junta y  nunca se separaran son amigas que siempre estaran en las buenas y en  las malas y para lo que sea  nunca se van a separar por ningun mativo.
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Elamor que una mamà le tiene a su hija por eso el amor de una madre a su hija es incomparable con el de cualquier otra persona por eso es importante que aprendamos a valorar a nuestras madres no por lo que son si no por el amor que nos dieron cuando eramos bebes y por el que nos da ahora.


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¿Quién fue la mujer para el cine? Un seminario buscará una respuesta con la exhibición de diez películas y fragmentos de algunas otras. La mujer aparece la mayor parte del tiempo como casquivana, tierna y heroína pero ¿siempre habrá sido así? Las lectoras y lectores de Artemisa Noticias gozarán de 20 por ciento de descuento.

La exhibición de diez películas y fragmentos de algunas otras permitirán ver cómo la mujer fue casquivana y tierna en la mayoría de ese tiempo, pero también heroica. Hasta no hace muchos años, ocupando un rol protagónico secundario: desde ahí algunos directores se empeñaron en asignarles el papel decisorio de una historia, oponiéndose al varón, aunque sobre todo a su razón machista. Más actualmente, disputando el lugar de la heroicidad en las historias. Al tal punto, que incluso se convirtió en personaje heroico de films de acción.

¿Es posible conocer la historia de la mujer en el siglo XX a través de las películas?
Acaso eso resulte un trabajo excesivo. Pero sí es posible hacer un recorrido de cómo la representaron los más emblemáticos directores y películas a lo largo de la centuria.

En más de un siglo de existencia, el cine ha impuesto cambios profundos en la vida de las personas. Tantos, que por lo general pasan desapercibidos, como ocurre con las tradiciones más arraigadas: cada nuevo habitante del mundo las toma como dadas, como si así hubiera sido siempre, y actúa en consecuencia. El cine es un hecho cotidiano: desde su forma narrativa mínima, la publicidad, hasta el golpe de efecto de las series, los unitarios y las telenovelas. Pero hay algo que ninguno de sus herederos pueden reproducir: la profundidad de campo. Tal vez sea esa singularidad la que lo hace tan poderoso a la sensibilidad, los sentimientos y las reflexiones de las personas. Más de una acción o comentario de nuestras vidas se lo debemos a lo que alguna vez vimos en una película. Pocos formatos disparan la reflexión como el cine.

Con ese poder, quienes los hicieron a lo largo de más de cien años crearon una imagen del varón y de la mujer. A veces más cercana al promedio de las sociedades que mostraban, a veces más alejadas. Concientes o no, así resultaron formadores de nuevos varones y mujeres en el mundo. Difícilmente sea posible conseguir un trabajo que mensure los cambios que impulsaron determinados films, o films de ciertas épocas, en los comportamientos sociales. Antes que nada porque su medición es prácticamente imposible. Y es que el cine, como el arte en general, funciona en el nivel de la epidermis; como esas armas químicas que invaden el cuerpo a través de las porosidades.

Así, a lo largo de su historia el cine acompañó tendencias o creó nuevas. A veces las “contrabandeó”: como quien no quiere la cosa, dijo aquello que los demás callaban, no querían ver, o simplemente no podían. Otras simplemente fue un aparato de reproducción ideológica, aunque eso sí, siempre sutil, pocas veces propangandístico.

Pero lo más relevante es que no siempre fue igual. Si hoy acompaña la idea de que las cosas siempre fueron iguales y por lo tanto hay poco (o mucho) para hacer, en otros se mostró esperanzador sobre el destino humano. Y el cine es una forma casi ideal para la esperanza: siempre está buscando una manera personal de hablar de los temas fundamentales de las personas y de las relaciones humanas. Pese a ser una industria, el éxito o fracaso (tanto en términos comerciales como de prestigio) sigue siendo un misterio para los especialistas que lo hacen y para los especialistas que lo analizan. Esa característica de inasible lo convierte en un aliado del pensamiento y la emoción. Y con su revisión histórica constante ha contribuido sobremanera a mirar el pasado y el presente con otra perspectiva a la que ofrece la primera imagen de un hecho o una persona.

De esa manera construyó, y sigue construyendo, una mujer cinematográfica. La cual a veces se parece a la de la realidad del género, otras le aporta a su crecimiento, otras la quiere retener en un pasado sumiso.

La exhibición de diez películas y fragmentos de algunas otras permitirán ver cómo la mujer fue casquivana y tierna en la mayoría de ese tiempo, pero también heroica. Hasta no hace muchos años, ocupando un rol protagónico secundario: desde ahí algunos directores se empeñaron en asignarles el papel decisorio de una historia, oponiéndose al varón, aunque sobre todo a su razón machista. Más actualmente, disputando el lugar de la heroicidad en las historias. Al tal punto, que incluso se convirtió en personaje heroico de films de acción.

Películas y fragmentos ofrecerán la posibilidad de apreciar épocas más “adelantadas” que otras, aunque no determinadas por el tiempo cronológico, sino por los momentos sociales. Brindará la idea de ver cómo un arte que siempre fue mundial, sin embargo fluctuó a partir de los vaivenes de las sociedades que le dieron origen primero, e historia después.

La mujer cinematográfica es un recorrido cuya intención es redescubrir a la mujer en esa imagen de pantalla grande. Ver que la lucha por su independencia tuvo fluctuaciones, con momentos en los que se creyó que ya estaba todo hecho, otros en los que parecía que estaba todo por hacerse, e incluso algunos en los que logros como los de hoy jamás se alcanzarían.

Y también es la esperanza de que la reflexión que originen esos films contribuya a la continuidad del esfuerzo para mantener lo conseguido y ampliar los límites de la igualdad entre los géneros. Y a no abandonar la mirada crítica sobre las relaciones sociales, ya que es esa una de las garantías de que las inequidades no se amplían.

La mujer y el fútbol

La mujer y el fútbol
Todo el mundo sabe que la pasión es el territorio de la mujer y que la razón es el del hombre. El hombre, que por ser el género dominante fue quien hizo el reparto, creyó reservarse la mejor parte, porque la razón garantiza el poder y el dominio. Sin embargo, cuando los hombres descubrieron la fuerza enorme de la pasión, sintieron envidia y decidieron quitarle a la mujer la exclusiva. Entonces, inventaron el fútbol.

Es en el fútbol donde el hombre se lo permite todo, donde se atreve hasta a llorar, a pesar de aquella prohibición ancestral, según la cual “un macho no llora, ni siquiera cuando tiene sus tripas en la mano”. Pero, además de llorar, en el fútbol los hombres se desgarran, gritan, sufren, sienten melancolía, insultan y hasta pueden pasar una semana doloridos, sólo porque su equipo perdió el domingo.

Los hombres necesitan la desmesura pasional del fútbol para sentir que son auténticos y para demostrarse a si mismos que son potentes y superiores. Miran a la mujer y le dicen: “tu no puedes entender lo que yo siento con Maradona” o “tu nunca podrás comprender lo que yo siento cuando gana España”. El fútbol es el juego más apasionante y pasional del planeta, el acto supremo del hombre frente a la mujer, el mayor gesto de poder, con el que consigue arrebatarle el monopolio de la pasión, sin abandonar la razón.

El hombre cree que el fútbol le pertenece en exclusiva porque para ser futbolista se requiere un cuerpo de hombre. Las mujeres, con sus curvas y desplazamientos lentos, cuando juegan, practican un deporte parecido al fútbol, pero que no es fútbol ¿Cómo puede una mujer parar una pelota con el pecho?

Pero la mujer, entregada con imparable energía a la tarea de superar al hombre en todo, ha descubierto que el fútbol es la mayor pasión del mundo, la única capaz de oscurecer el brillo del poder político, y se siente fascinada ante su potencia y embrujo. A la mujer le atrae del fútbol su capacidad para enamorar al hombre y dominarlo. El fútbol es una gran mujer, un rival del que hay que aprender.

Ella está empezando a descubrir los secretos del fútbol y también en ese campo terminará por derrotar la superioridad masculina. Buscará, aunque nadie sabe como, la manera de parar la pelota con el pecho sin que rebote desviada, y de girar, aunque parezca imposible, con la misma velocidad que lo hace el varón, aunque le cueste una década de esfuerzo físico.

El maestro era una figura que ocupaba de forma natural el varón. El hombre que era maestro era el sabio, el docto de los libros que poseía conocimientos determinados en varias ramas del saber general. Al mismo tiempo, los discípulos eran únicamente varones.

La presencia de las mujeres prima en los centros educativos

Durante mucho tiempo, la figura de la maestra estuvo ligada al hogar y el ámbito de lo privado. Poco a poco, la maestra fue adquiriendo algo de prestigio cuando eran contratadas por ayuntamientos de pequeñas localidades.

Pero las mujeres alcanzaron la mayoría de edad educativa cuando lograron el acceso a los centros universitarios a través de las Escuelas Normales del Magisterio. Desde ese momento, -finales del siglo XIX y principios del siglo XX-, la presencia de las mujeres en los centros educativos es mayoritaria frente al número de varones que la ejercen.

¿Qué cambios históricos influyeron en este hecho?

El cambio de las instituciones culturales y políticas, las circunstancias económicas y sociales, aparte de las respectivas políticas, consolidan y amplían el marco de influencia de las causas por las que las mujeres eligen esta profesión.

 

Desde el siglo XIX las migraciones producidas del campo a la ciudad, tanto en las poblaciones rurales españolas como americanas, impulsaron a las mujeres a buscar nuevos ámbitos de empleo.

Así, muchas muchachas que poseían unos conocimientos generales básicos, pues los habían adquirido en escuelas particulares o de forma autónoma gracias a sus madres o bien, decidieron apostar por su futuro estudiando la carrera del Magisterio.

Se hacían diferencias curriculares entre maestros y maestras

El Magisterio de Educación Primaria o Primera Enseñanza, era un camino que se ofertaba desde los planes universitarios, mientras que las políticas educativas marcaban un currículo de carácter sexista. Hogar y Labores era una asignatura ausente en el currículo de los maestros.

En Europa y América se fue desarrollando, pues, la historia educativa de las maestras de nuestras antepasadas, de nuestras tatarabuelas, de nuestras madres y de nosotras mismas. Lamentablemente, esa misma historia se fue quedando en un auténtico cajón de sastre de la investigación.

Pero por fortuna, en los últimos años los Estudios de Género han comenzado a recuperar vida y experiencias de estas maestras a través de sus diarios de clase y de los testimonios de sus alumnas.

Congreso Internacional sobre Procesos de Feminización

Otro aporte al terreno científico, fue el I Congreso Internacional sobre Procesos de Feminización, que fue impulsado por la Universidad Autónoma de Madrid, el Centro de Investigaciones y estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS-México y El Colegio de San Luis A. C., celebrado en abril de 2001.

Asimismo, en la primera década de este siglo y, en conexión con este I Congreso Internacional, ha avanzado el campo de la investigación feminista desde tierras hispanoamericanas. Ha de encabezarse la bibliografía de género mexicana con nombre como los de O. P. López, E. Montes de Oca, P. T. Hurtado, A. Vaca o M.K. Vaughan.

 

La Mujer, el Matrimonio y la Familia

Derechos iguales para la mujer.

completa emancipación de la mujer y de su igualdad social con el hombre.

La expresión «igualdad social con el hombre» implica que, junto con la libertad,

pedimos iguales derechos y debe-res para el hombre y la mujer; es decir, la nivelación

de los derechos de la mujer, tanto políticos como sociales y económicos, con los del

hombre ; en consecuencia, deseamos la abolición de la ley familiar y matrimonial, y de

la ley eclesiástica tanto como civil, indisolublemente ligadas al derecho de herencia.

Soy partidario, como el que más, de laAbolición de la familia jurídica.

anarquista – único que ofrece, a nuestro entender, condiciones para una emancipación

real y completa del pueblo común – y convencidos de que la existencia del Estado en

cualquiera de sus formas es incompatible con la libertad del proletariado e impide la

unión internacional fraterna de las naciones, expresamos la exigencia de abolición de

todos los Estados.

La abolición de los Estados y del derecho jurídico implicará necesariamente la

abolición de la propiedad personal hereditaria y de la familia jurídica basada sobre esta

propiedad, porque ninguna de estas instituciones es compatible con la justicia humana.

Al aceptar el programa revolucionarioLibre unión matrimonial.

levantado la bandera de la unión libre.] Estamos convencidos de que al abolir el

matrimonio religioso, civil y jurídico, restauramos la vida, la realidad y la moralidad del

matrimonio natural basado exclusivamente sobre el respeto humano y la libertad de

dos personas: un hombre y una mujer que se aman. Estamos convencidos de que al

reconocer la libertad de ambos cónyuges a separarse cuando lo deseen, sin necesidad

de pedir el permiso de nadie para ello – y al negar de la misma forma la necesidad de

cualquier permiso para unirse en matrimonio, y rechazar en general la interferencia de

cualquier autoridad en esta unión – los unimos más el uno al otro. Y estamos

convencidos también, de que cuando ya no exista entre nosotros el poder coercitivo

del Estado para forzar a los individuos, asociaciones, comunas, provincias y regiones a

convivir en contra de su voluntad, habrá entre todos una unión mucho más estrecha,

una unidad más viva, real y poderosa que la impuesta por el aplastante poder esta-tal.

Feminismo

El movimiento feminista ha sido una lucha por el reconocimiento de la igualdad de oportunidades y la igualdad de derechos para las mujeres. Las dificultades para obtener este reconocimiento se han debido a factores históricos, en combinación con las costumbres y las tradiciones sociales. Actualmente, gracias a los cambios económicos, el apoyo del poder económico y los esfuerzos del movimiento feminista de hace décadas y otros movimientos de derechos humanos, en la mayor parte de las sociedades las mujeres tienen acceso a carreras y trabajos, más allá de la atención de los quehaceres domésticos o de ama de casa. Tras haber luchado por sus derechos las mujeres en la mayoría de los países occidentales y orientales no musulmanes la mujer llegó a tener una igualdad muy fuerte tanto en el ámbito laboral como familiar logrando ser jefas de familia, tener cargos altos tanto en política como en grandes empresas y en muchas carreras. Así que se podría decir que las condiciones de las mujeres han mejorado.
Algunas corrientes feministas resignifican la palabra mujer, entendiéndose que la categoría mujer esta estrechamente vinculada a la expresión de genitalidad, por lo que frecuentemente se presupone que mujer es aquella cuya expresión gonádica es igual a XX. Esta articulación discursiva se soporta sobre fundamentos biológicos y esencialistas. La naturalización del concepto impide su cuestionamiento, dogmatizandolo. Sin embargo, desde diferentes corrientes feministas, esto ha sido abordado y revisado. El sistema sexo, genero y sexualidad es en sí mismo, producto de una construcción sociocultural que responde a las necesidades y a los intereses de un mecanismo de control de los individuos, y de una reproducción de las estructuras de poder. Ademas, la categoría mujer se conceptualiza en tanto que opuesta a la categoría hombre, formando así un binomio, mutuamente excluyente, a partir del cual se articula el dispositivo del genero (femenino – masculino, respectivamente). Bajo este paradigma se invisibilizan las opresiones que se dan cuando las personas no reproducen exactamente los esquemas preestablecidos, limitando la diversidad de las expresiones sexuales y de genero, omitiendo y dejando al margen fenómenos como la transexualidad y la intersexualidad.

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Símbolo para la mujer

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